¡Buenas, gente linda! Vamos a meternos en un terreno que me toca de cerca, y que seguro a muchos de ustedes también les genera urticaria: los "blobs" y el "bloatware". Son dos caras de una misma moneda, la de un software que nos limita y nos empantana. Y contra ellos, la filosofía es clara: ¡a favor de la libertad y la ligereza!
Blobs: el agujero negro en tu código.
Primero, hablemos de los blobs binarios. Imaginate que estás construyendo una casa. Querés que todo esté a la vista, que puedas revisar las cañerías, la electricidad, los cimientos. Pero de repente, te dicen: "Esta parte de la instalación eléctrica es una caja negra. No podés ver cómo funciona por dentro, ni arreglarla si se rompe, ni saber si tiene una 'puerta trasera' por donde alguien puede robarte energía." ¿Qué te parece? A mí me suena a estafa y a un riesgo enorme.
Eso es un blob binario en el software. Es una pieza de código opaca, ofuscada, blindada para mal, de la cual no tenemos el código fuente. No sabemos cómo hace su tarea realmente. Puede ser un "firmware" para tu tarjeta de red, un controlador para tu GPU, o una porción de un programa más grande. ¿Por qué esto es un problema, especialmente para nosotros que usamos Linux y amamos el software libre?
Libertad cero: si no tenés el código fuente, no podés estudiarlo, modificarlo ni distribuirlo libremente. ¡Adiós a las cuatro libertades esenciales del software libre, ya de un tirón y de entrada!
Riesgos de seguridad: ¿cómo sabés si no tiene fallos de seguridad, puertas traseras o software espía? No lo sabés. Estás "confiando a ciegas" en quien lo compiló. Y en el mundo actual, la confianza ciega es un acto de irresponsabilidad total.
Dependencia: estás atado al proveedor del blob. Si decide no actualizarlo más, tu hardware queda obsoleto o vulnerable. Si decide meter alguna función que no te guste, no tenés opción: fumátela en pipa.
La filosofía "anti-blob" es un llamado a la transparencia y a la libertad total. Es exigir que todo el software que corre en nuestras máquinas sea 100% auditable y modificable.
Bloatware: cuando el software engorda sin sentido engullendo código chatarra.
Y ahora, el bloatware. ¡Esto sí que genera bronca! Es ese software hinchado, pesado, que viene lleno de funciones que jamás vas a usar, que consume recursos como si no hubiera un mañana y que, al final del día, hace que tu sistema sea lento y torpe. Es como un auto familiar que viene con un lanzallamas incorporado y un spa completo en el baúl, pero vos solo querés ir al supermercado.
¿Por qué existe el bloatware? A veces es por la mentalidad de "más es mejor", otras por intereses comerciales (meter publicidad o servicios de terceros), o simplemente por falta de visión en el diseño. Pero el resultado es siempre el mismo: un software que te resta, en lugar de sumarte.
La filosofía "anti-bloatware" es la hermana gemela de KISS ( podés ver un artículo sobre esto acá: https://entropiabinaria.blogspot.com/2025/07/kiss-la-filosofia-de-la-simplicidad.html ). Es abrazar la eficiencia y la funcionalidad pura. Propone:
Minimalismo: incluir solo lo esencial para que el programa cumpla su función principal.
Eficiencia: optimizar el código para que consuma la menor cantidad de recursos posibles (RAM, CPU, disco).
Modularidad: si se necesita una función extra, que sea un complemento opcional, no algo que venga por defecto y no puedas quitar.
Pensá en Artix Linux, por ejemplo. Elegimos un sistema base que nos da el control, sin systemd (y sin Wayland, por ejemplo), sin todo ese bagaje extra que no necesitamos (ni queremos). Construimos nuestro entorno eligiendo cada pieza. Esa es la técnica "anti-bloatware" en acción.
En definitiva, la lucha contra los "blobs" y el "bloatware" es una lucha por el control de nuestros ordenadores, por la seguridad de nuestros datos y por la eficiencia de nuestros sistemas operativos. Es defender la libertad del software no solo en papel, sino en la práctica, cada vez que utilizamos nuestra máquina.
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